El terremoto en la provincia china de Gansu ha desencadenado una tragedia con consecuencias devastadoras. El sismo, con una magnitud registrada entre 5,9 y 6,2 según distintas fuentes como el Centro de Redes Sismológicas de China y el Instituto Geofísico Estadounidense (USGS), ocurrió a las 23:59 del lunes. Su epicentro se localizó en la frontera entre Gansu y Qinghai, a una profundidad de diez kilómetros.
Las cifras iniciales informan de al menos 111 personas fallecidas y más de 200 heridas, con el potencial de un aumento a medida que se llevan a cabo las labores de rescate y se evalúa la magnitud completa de la tragedia. El impacto más fuerte se sintió en el condado de Jishisan, Gansu, y en la ciudad de Haidong, en la provincia vecina de Qinghai.
La respuesta de emergencia se ha activado a nivel II por parte del Consejo de Estado chino y el Ministerio de Gestión de Emergencias. Este nivel de respuesta implica una movilización considerable de recursos y personal para hacer frente a la situación. Los equipos de rescate y los servicios de emergencia se han movilizado rápidamente para brindar asistencia a las áreas afectadas y atender a los heridos.
Las autoridades expresan su preocupación por la posibilidad de un aumento en el número de víctimas a medida que se llevan a cabo las labores de búsqueda y rescate en las zonas afectadas. El impacto de un desastre natural de esta magnitud siempre es desgarrador, y la prioridad ahora radica en salvar vidas y proporcionar apoyo a los afectados por esta tragedia en Gansu y Qinghai.
El mundo está atento a los desarrollos de esta situación y se espera que la respuesta de emergencia continúe con esfuerzos intensivos para ayudar a aquellos afectados por este desafortunado acontecimiento.
